Plaguicida es un término intencionadamente equívoco si se pretende designar las sustancias químicas destinadas a eliminar las plagas, porque los insecticidas en general no distinguen los ectoparásitos en su acción, no diferencia y eliminan exclusivamente los organismos nocivos. Del mismo modo que los pediculicidas no son agentes químicos que matan piojos, pues tampoco distinguen los agentes nocivos cuando actúan. De hecho, durante décadas las mismas sustancias químicas han sido utilizadas indistintamente como plaguicidas o pediculicidas. Porque, en esencia, lo que los distingue es la dosis, el cómo y el dónde se aplican. Los términos plaguicida y pediculicida tienen la misma intención eufemística, no matan plagas o piojos sino que matan insectos, y más propio sería denominar a dichas sustancias como biocidas.
La lucha contra los agentes nocivos en la agricultura utilizando únicamente insecticidas químicos se ha demostrado insuficiente, pues éstos desarrollan resistencias en los insectos a las materias activas insecticidas, y condena el control de plagas en la agricultura al aumento de su consumo. De hecho, en los últimos años el consumo mundial de pesticidas en la agricultura ha aumentado (Gráfico I), pese a lo cual la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación) estima que aproximadamente el 40% de la producción agrícola mundial se pierde debido a plagas y enfermedades.
Gráfico I - consumo mundial de pesticidas, Fuente Faostat, Fao
Y de igual modo en pleno siglo XXI las infestaciones por piojos de la cabeza son muy frecuentes debido, entre otros motivos, al aumento de las resistencias a los insecticidas clásicos.
La utilización de insecticidas, plaguicidas y pediculicidas, no es suficiente en la lucha contra las plagas. Porque el uso indiscriminado y repetido de los insecticidas químicos no hace sino agravar el problema de las plagas. En la lucha contra las infestaciones de piojos son fundamentales las medidas de prevención y el conocimiento sobre su comportamiento. Y lo mismo sucede en la agricultura, pues es fundamental tener información sobre el comportamiento y el estado de desarrollo de las plagas, de modo que se pueda reducir a lo imprescindible el uso de insecticidas químicos. Por ese motivo hemos desarrollado FuturCrop, un sistema de avisos de riesgo y sistema automatizado de información del desarrollo de 179 plagas y 8 enfermedades agrícolas que sirve de apoyo en la toma de decisiones, permite la reducción de fitosanitarios y facilita la aplicación de técnicas alternativas en la Gestión Integrada de Plagas.
La historia de los tratamientos plaguicidas y pediculicidas, es decir la lucha contra las plagas en los cultivos y contra los piojos en los seres humanos, ha evolucionado de manera similar, porque en realidad se trata de aplicar las mismas materias activas. La diferencia está en que su aplicación en la agricultura puede producir graves efectos en la salud humana y el medioambiente.
La era de los insecticidas organoclorados
El DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano), un insecticida organocolorado fue utilizado intensamente durante gran parte del siglo XX como plaguicida en la agricultura, para combatir enfermedades como la malaria, y fue utilizado también para eliminar los piojos. A partir del año 2005, tras la prohibición del DDT en el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, otros plaguicidas organoclorados, como el lindano o el metoxiclor, lo sustituyeron en la lucha contra las plagas agrícolas y contra los piojos. El lindano, un derivado del benzeno que actúa de forma muy tóxica sobre el sistema nervioso si se absorbe a través de la piel, se utilizó durante años como pediculicida y contra la sarna (causada por un ácaro parásito). También fue un insecticida ampliamente utilizado en la agricultura hasta 1991. Actualmente el uso de productos basados en Lindano están totalmente prohibidos.
Los insecticidas organofosforados
Muchos insecticidas organoclorados tienen prohibida su producción, comercialización y uso. Tal es el caso del dicofol, heptacloro, clordano, endrina, mirex, pentaclorofenol, etc que fueron insecticidas ampliamente utilizados para combatir las plagas del maíz, algodón, tabaco y otros cultivos. La prohibición de los organoclorados llevó al desarrollo de los plaguicidas organofosforados, que actúan interfiriendo en la transmisión de los impulsos nerviosos. El malation es uno de los insecticidas de más amplio espectro, que inhibe la enzima colinesteresa del insecto, y es usado tanto como insecticida agrícola como pediculicida. Se trata de un insecticida que puede tener efectos en la salud humana, pero como las dosis que son letales para insectos no lo son para los humanos, es ampliamente utilizado en agricultura (aunque las dosis tóxicas son establecidas de modo individual y no existen estudios sobre su efecto acumulativo).
Neonicotinoides y piretrinas.
Tras años de aplicar productos químicos con la misma materia activa en los alimentos y las cabezas de los seres humanos, sin determinar seriamente su toxicidad en el ser humano y su efecto sobre el medioambiente, el mercado y la legislación empezaron a demandar otro tipo de productos insecticidas. Y las empresas aprovecharon las propiedades insecticidas de ciertas plantas como el tabaco o las flores del piretro. Se desarrollaron los neonicotinoides, como por ejemplo el Imidacloprid, que se usaron ampliamente en la agricultura. Sin embargo, como antes se aprueban y comercializan los productos que se evalúa su incidencia en el medioambiente o la salud, actualmente los neonicotinoides están siendo restringidos en varios países debido a una posible conexión con la mortalidad de las abejas. Similar insecticida es la permetrina, un plaguicida de amplio espectro y muy utilizado en agricultura, con poca toxicidad para los mamíferos (excepto los gatos). Sin embargo, los productos que contienen esta sustancia sueles utilizar el butóxido de piperonil como inhibidor de las enzimas que actúan en la detoxificación, con el fin de potenciar la acción del insecticida. Y este sinérgico de plaguicidas es considerada por algunos científicos como causante de cáncer en humanos.
Como pediculicida, la permetrina también tiene su función, porque la mayor parte de los champús antipiojos contienen esta sustancia insecticida, aunque en dosis muy bajas. Y es que, como comentábamos inicialmente, la permetrina no es un plaguicida o un pediculicida, sino un biocida, y su función es la de matar insectos indiscriminadamente, sin diferenciar los parásitos de otros insectos.
Para disminuir su incidencia en la salud y el medioambiente, y para mejorar su eficacia, el uso de insecticidas químicos tiene que combinarse con otros medios alternativos de lucha contra las plagas y, sobre todo, tienen que aplicarse en el momento de desarrollo de la plaga en que sean más eficientes.
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