miércoles, 24 de enero de 2018

El efecto del uso indiscriminado de determinados pesticidas en los brotes de mosca blanca.



La mosca blanca, de la familia de los Aleyrodidae, es una de las plagas más importantes de las hortalizas, pues afecta a más de 600 especies de plantas cultivadas. Es una de las plagas más difíciles de erradicar sino se controla a tiempo. De las 1556 especies de mosca blanca, sólo unas cuantas tienen auténtica importancia por su efecto sobre los cultivos. Principalmente Bemisia Tabaci y Trialeurodes vaporiarorum.

Esta plaga posee un aparato bucal picador, que se introduce en los tejidos de la planta, absorbiendo su savia. Como consecuencia, provocan enrulamiento, clorosis y alteraciones en las caras superiores de las hojas. Además la mosca blanca produce una melaza que impregna la planta afectada de la hoja, dando lugar a un hongo conocido como negrilla que dificulta la fotosíntesis de la planta. A través de su aparato bucal, las enzimas digestivas que inyecta la larva interfiere con el desarrollo de las hojas y los frutos causando una maduración irregular, pudiendo reducir el tamaño de la planta, la producción y la calidad del producto.

La mosca blanca es vector de algunos virus (TICV, BPYV, TYLCV, TYMV,CDTV, TGMV, TYDV, LDDHV, YMFBV, TMOV). Se estima que Bemisia Tabaci es vector de unos 100 virus, y 10 la Trialeurodes vaporiarorum.

La mosca blanca es una plaga significativa de como la acción del hombre, al perturbar los sistemas ecológicos y eliminar a los enemigos naturales, que mantenían las poblaciones bajas, ha evolucionado su estatus de plagas secundarias a plagas primarias e incluso superplagas. Efectivamente, el cambio climático, junto ciertas condiciones del sistema agrícola de producción intensiva predominante en la actualidad han agravado su proliferación en los cultivos:
  • La utilización de fertilizantes nitrogenados alto.
  • La utilización de fósforo y potasio inadecuados en el suelo
  • Métodos inadecuados de aplicación de pulverización.
  • Y, sobre todo, el uso indiscriminado de piretroides, acefato, fipronil, etc ha ha favorecido la evolución de poblaciones de mosca blanca que se convierten en resistentes a ese insecticida o acaricida.


Por un lado, en los cultivos al aire libre, donde el control se realiza principalmente mediante insecticidas químicos, el uso insistente e indiscriminado de determinados pesticidas ha eliminado o disminuido la población de los enemigos naturales de la plaga (chinches de la familia Miridae, Macrolophus caliginosus, Dicyphus tamaninii, D. errans, Cyrtopeltis tenuis, que son consumidores de larvas de mosca blanca.

Ciertos pesticidas, que tenían bastante eficacia inicialmente, tiene cada vez menos efecto, llegando a perderlo. Y es que la mosca blanca presenta una rápida selección para la resistencia a insecticidas. Ya hace unos 20 años se realizó un experimento que demostró que cuando el acefato se rociaba cuatro veces a intervalos quincenales, las parcelas tratadas sufrían graves daños por la plaga. Se producía un rápido aumento de moscas blancas que resulta en brotes.

Y es que la mosca blanca, como todas las plagas primarias o las superplagas, se caracterizan por su adaptabilidad y por su alta capacidad de reproducción. Puede poner hasta 250 huevos y producir 4 generaciones anuales (hasta 10 en invernadero). Y, como decimos, esas cualidades, junto al uso repetido e indiscriminado de pesticidas, ha generado  numerosos casos de resistencias a los organofosfatos, piretroides y neonicotinoides, cipermetrina, deltametrina e imidacoprid.

Incluso se ha descubierto un efecto secundario de los insecticidas sobre la mosca blanca, y es que como respuesta al estrés que provoca en el insecto el uso repetido de insecticidas químicos, las hembras ponen aún más huevos.

Por ello, hoy en día, para el control químico de la mosca blanca es imprescindible cumplir con los programas de control integrado y de manejo de la resistencia, utilizando insecticidas con diferentes mecanismos de acción que permitan su sostenibilidad en el tiempo. Y lo más adecuado es combatirlas cuando se encuentran en estado de ninfas y son inmóviles. Los tratamientos deberían dirigirse a la fase de crecimiento exponencial de la población de ninfas. Cuando son adultos es probable que el producto no alcance al insecto. Si bien hay que destacar que si los tratamientos se realizan cuando las poblaciones son muy altas, es frecuente la presencia de todos los estados de desarrollo, de los cuales huevos y pupas (ninfas de 4ª edad) son muy resistentes. Igualmente al situarse la mosca blanca en el envés de las hojas hace que las aplicaciones deban ser más cuidadosas. Un sistema de avisos de riesgo, de control y predicción de generaciones, realizado a partir de las condiciones climatológicas, como el que proporciona el software FuturCrop facilita la determinación del momento óptimo de muestreo y tratamiento, pues envía avisos de riesgo de los estados de huevos, ninfas y adultos de la plaga.

Como métodos alternativos a los insecticidas químicos, las ninfas pueden ser tratadas, mediante agua jabonosa, aceite de neem, u otros medios. Pero estos tratamientos requieren una aplicación más extensa. Tratar los adultos es más complicado, si bien se les puede atraer con trampas  cromáticas amarillas, color por el que se sienten atraídas, para entonces tratar. También se pueden utilizar varias especies de Himenópteros Aphelinidae y  Encarsia. O dependiendo de las condiciones climatológicas, se pueden aplicar hongos entomopatógenos. Con carácter preventivo se pueden utilizar plantas atrayentes, como la hierbabuena.

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